Originada en la segunda mitad del siglo XIX, la sociología como ciencia se planteó fundamentalmente los grandes interrogantes europeos sobre los cambios surgidos con los comienzos de la industrialización, la ampliación de la participación política y los procesos de urbanización. Las corrientes creadas por los denominados padres fundadores (Karl Marx, Émile Durkheim y Max Weber) marcaron los comienzos de la disciplina con clara vocación universal y, a la vez, portadora de improntas nacionales. En el período de entreguerras mundiales y hasta comienzos de la década del `60 la sociología norteamericana alcanzó una neta primacía internacional que fue cuestionada a fines de dicho decenio por nuevas escuelas europeas y latinoamericanas. En el curso del último cuarto del siglo XX, se multiplicaron las teorías sociológicas a los efectos de buscar nuevas explicaciones sobre las grandes transformaciones de las sociedades y de las subjetividades. Las interconexiones entre países con disímiles niveles de desarrollo económico, político y cultural y los consiguientes cambios en los sistemas internos y externos de dominación y temas tales como la crisis de la sociedad salarial, el retroceso de los poderes estatales nacionales, la transformación de la familia y el fin de la dominación masculina, las disoluciones de los anteriores actores colectivos, etc., sumados a los efectos de la comunicación global, dieron lugar a la creación de nuevos paradigmas sociológicos. Las disímiles teorías sociológicas que enfatizaron las nuevas características de las sociedades postindustriales, de riesgo, postmodernas, líquidas, postnacionales, etc. cambiaron las agendas de investigación y de un modo más pausado comenzaron a instalar nuevos contenidos en la actividad docente. La sociología ha visto ampliar sus campos de intervenciones profesionales en muchos dominios de actividades públicas y privadas que deben resolver demandas sociales que requieren conocimientos que superan sus antiguas rutinas institucionales.